En Egipto se ha intensificado una campaña de arrestos contra creadores de contenido digital, basada en cargos vagos como la violación de “los valores de la familia” y la “moral pública”. Desde agosto, al menos 167 personas han sido detenidas, según organizaciones de derechos humanos, en una dinámica que reproduce un patrón mediático: imágenes oficiales de los arrestados difundidas por el Ministerio del Interior y amplificadas por la prensa. Aunque estos casos no están vinculados a actividades políticas, las autoridades los presentan como amenazas al orden moral, utilizando una legislación imprecisa que amplía el margen de criminalización.
La mayoría de las personas detenidas son mujeres de clase trabajadora, lo que sugiere un componente de control social y de género. Activistas y analistas sostienen que el objetivo es disciplinar comportamientos considerados “inadecuados”, especialmente en lo relativo a la vestimenta, el lenguaje y la expresión corporal femenina. Casos emblemáticos, como el de la tiktoker conocida como Suzy El Ordoneya, muestran una escalada de acusaciones que van desde la inmoralidad hasta delitos graves como blanqueo de capitales o terrorismo, lo que refuerza el carácter intimidatorio del proceso judicial.
La campaña no se limita a mujeres. También ha alcanzado a hombres cuyas expresiones de masculinidad no encajan en los estándares promovidos por el Estado, así como a personas LGBTIQ+, artistas del tatuaje y figuras del entretenimiento popular. En conjunto, las detenciones revelan un intento de imponer normas rígidas sobre cómo deben comportarse y expresarse los individuos en el espacio digital, penalizando prácticas culturales asociadas a sectores populares y a nuevas formas de visibilidad social.
Desde una perspectiva estructural, organizaciones como la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales interpretan esta ofensiva como una herramienta de control en un contexto de reducción del papel social del Estado. Al retraerse de ámbitos como la educación, la salud o el empleo, el régimen refuerza la familia como núcleo de control moral y desplaza la responsabilidad social hacia el ámbito privado. Así, la defensa de la “moral” funciona como un mecanismo punitivo que limita la movilidad social, regula los roles de género y consolida un modelo autoritario de orden social en la era digital.
Referencia:
Español, M. (2025, December 26). Egipto intensifica las detenciones de ‘influencers’ considerados indecentes. El País. https://elpais.com/internacional/2025-12-25/egipto-intensifica-las-detenciones-de-influencers-considerados-indecentes.html#?rel=lom
