Rusia ha dado un paso más en su ofensiva contra la prensa independiente al declarar “organización indeseable” a la televisión pública alemana Deutsche Welle. La decisión criminaliza no solo el trabajo periodístico del medio, sino también a quienes interactúan con su contenido: desde multas hasta penas de prisión por compartir o incluso dar “me gusta” a sus noticias. El mensaje es claro: informarse fuera del relato oficial del Kremlin se ha convertido en un acto de riesgo personal.
La medida no surge de la nada, sino que culmina años de represión sistemática contra medios occidentales y rusos críticos. Desde expulsiones de corresponsales hasta bloqueos masivos de páginas web y plataformas digitales, el cerco informativo se ha ido estrechando especialmente desde la invasión de Ucrania. La legislación rusa ha evolucionado para convertir etiquetas como “agente extranjero” u “organización indeseable” en herramientas penales que buscan silenciar cualquier narrativa alternativa sobre la guerra y la política interior.
Más allá de Deutsche Welle, el caso revela una estrategia más amplia de control social basada en el miedo y la autocensura. Al penalizar incluso la mención de medios vetados, el Estado ruso no solo castiga a periodistas, sino que disuade a la ciudadanía de acceder a información independiente. En este contexto, la censura ya no se limita a cerrar redacciones: se traslada al espacio digital y a la vida cotidiana, donde informarse se convierte en un acto político y potencialmente criminal.
Referencia:
Cuesta, J. G. (2025, December 16). El Kremlin declara “organización indeseable” a Deutsche Welle y amenaza con castigar todo vínculo con el medio. El País. https://elpais.com/internacional/2025-12-16/el-kremlin-declara-organizacion-indeseable-a-deutsche-welle-y-amenaza-con-castigar-todo-vinculo-con-el-medio.html#?rel=lom
